—Siéntate cómodamente en un lugar tranquilo y cierra los ojos.
—Imagina un lugar seguro y amoroso de tu infancia, ya sea real
o inventado. Puede ser un rincón especial en tu casa, un parque,
etc.
—Visualiza a tu niño o niña interior jugando y sintiéndose feliz
en ese lugar.
—Acércate, abrázalo y háblale con amor. Pregúntale qué
necesita y escucha sus respuestas.
—Conecta emocionalmente con tu niño interior y promete estar
presente para él siempre que lo necesite.

Esta visualización guiada te permite experimentar una conexión
emocional profunda con tu niño o niña interior.
Al nutrirlo en este entorno seguro, fortaleces la relación contigo
misma y fomentas un sentido de autoaceptación y cuidado.

Mi niño interior Laura Vega – parte 2